Hace tiempo que no expreso mis reflexiones aquí en mi particular mundillo creado con tanta ilusión y esperanza. Transcurrieron meses desde la última publicación. Y se me viene a la mente una pregunta importante, pregunta que cualquier persona leyendo estas líneas se preguntaría: ¿Por qué?
Sinceramente, desde Febrero de este año hasta hoy, ocurrieron hechos, circunstancias y momentos que me hicieron tanto mal, pero ayudándome a alcanzar el bien, el bienestar de mis ojos, mi sonrisa, mis sueños. Este es el motivo por el cual me sentía tan alejado del Paraíso del Maldito Iluso, aquel Iluso que me encuentro cada vez que me quedo solo con mis latidos del corazón, mis reflexiones ocultas y desconocidas.
Siempre he estado acompañado de los mejores consejos que me puede ofrecer la realidad y sobre todo mis personas más cercanas, pero me declaro culpable. Sí, soy culpable por no guiarme por aquellos consejos que fueron abandonados por mi y por mi ignorancia. ¿No son las historias del día a día que nos cuentan que lo fundamental es escuchar a nuestro corazón, que tenemos que pensar en nosotros mismos y en aquello que nos hace felices? La respuesta es muy sencilla: ¡No!
El corazón es el gran traidor, el que nos ha llevado a los peores desastres sentimentales, y no solo sentimentales, el que nos lleva siempre la contraria y nosotros no podemos resistirnos... no nos quedan fuerzas. Y no me digan que no es así, porque hasta los más fuertes no son tan fuertes, hasta ellos lloran a escondidas del mundo para no destruir su reputación o simplemente por no sentir humillación alguna, aunque no es más fuerte el que no llora sino el que sabe reconocerlo sin ningún temor.
La razón, por muy rigurosa que sea, es la que sabe cómo llevarnos por el buen camino, por el camino que tanto para mi como para los demás es el correcto. Ante un problema, una situación complicada, la razón será la que nos hará felices y nos enseñará la solución adecuada. ¿Dónde queda el corazón? Para mi, él será la última alternativa ante un momento difícil.
Hace muy poco, llegué a una etapa en mi vida en la que todo se convirtió en rutina, una auténtica rutina. Vivía las mismas situaciones, me encontraba con las mismas sonrisas -muchas veces falsas- recorrían mis pies los mismos rincones de esta gran realidad que empezaba a derrumbarse ante mi persona. Aquellos que no me comprendieron, decidieron dejarme seguir adelante sin saber lo que esto significaría para mi, desconociendo mis verdaderos motivos y mis expectativas convertidas ya en objetivos para el futuro. Lo bonito es ver cómo una mayoría de gente tan importante para mi se quedó para acompañarme en mis aventuras tan peculiares y aceptaron compartir de cerca los recuerdos que nos ha preparado el destino.
¿Cuentas pendientes? Es otro tema relevante, otro problema que resolver. Nunca he sido una persona de tener alguna cuenta pendiente con alguien, sea cual sea. Sin embargo, otros seres de mi especie no comparten tal principio. Son tantas sus cuentas pendientes conmigo que me volvería rico en cualquier sentido de la palabra. Aunque... tengo que ser yo el que guardará silencio y asumirá sus errores e intentará corregirlos. El tiempo lo cura todo y resuelve cualquier temor, duda o problema. Sí, estoy convencido de ello. Tan solo quedan los recuerdos que me visitan a veces cuando se enteran de que la soledad me acompaña por la noche para impedirme soñar y volver a ilusionarme con errores que no podré perdonarme jamás.
A partir de ahora, todo debe colocarse en su sitio dentro del realismo, sentirme realista.